domingo, 19 de julio de 2009

Relato breve. "EL PUNTO DEL CALCETÍN"





-Mariano, llevas un punto en el calcetín. Mejor así:
_Llevas un punto en el calcetín, Mariano.
Estas dos inocuas, inocentes advertencias no se refieren a nuestro por antonomasia Mariano, es decir el Rajoy que a todo hombre de bien lidera como
jefe de la Oposición.
No, no, no. Ni nos atañe este señor ni menos sus calcetas. Allá penas si las lleva con tomates y si saca el dedo. Tiempo llegará de prestar un capítulo estelar a tan insigne caballero.
Hoy nos quedamos con Carrato.
Carrato viste elegante. Calza zapatos blancos enrejillados y la cabeza tocada con salacot a juego. Camina parsimonioso, calle Sangenís arriba. La esposa lo sigue tres pasitos por detrás, cuando de repente ¡zas! ella descubre el descosido en el chaussette.
Oh, ¡Mariano! ¡Un punto! ¡Llevas un punto en el calcetín, Mariano!
La escena se debió acabar con media vuelta y a casa, a remendar el roto.
En conclusión que nuestro idolatrado banderillero no era perfecto. Era del común de los mortales, con boquetes en los calcetines de mudar.
Poco más se recuerda del torero de la calle Graus y sus andares majestuosos.

La memoria ha fijado las imágenes en nuestra retina, por aquel entonces infantil. El paso del timpo ha sido benévolo y nos devuelve las estampas frescas, como si tal cosa. ¡Y que se nos conserve, eso!

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