miércoles, 20 de enero de 2010

LA FELICIDAD

"Todo ciudadano tiene derecho a la felicidad".
Efectivamente, que se sepa, ninguna Carta Magna, ninguna Constitución recoge ese punto. Pero muchos se lo creen aunque no tengan tiempo ni ganas de experimentarlo como cosa suya.
Haití. Hay-tis. Demasiados.
Éstos son el subtotal de unas interminables sumas de sumandos en las que el mundo gobernado, el que practica el 'derecho a la felicidad', va añadiendo leña al fuego, gotas que colman el vaso, granito de arena hasta conseguir desaguisados como el de hace una semana. Trágica, tan trágica como otras precedentes que sumieron en la infelicidad absoluta a pueblos a los que se les niega el derecho a defenderse.  Éste sí debe colear por alguna civilizada Constitución. Y por eso mismo, por constar escrito, nadie se lo cree. Y nadie moverá un dedo en ponerse manos a la obra haciendo prácticas que conduzcan por el sendero de  Arcadia.
Mientras continúen en vigor las obras de misericordia, que son catorce según catálogo, será posible existan los misericordiosos, repartidos generosamente por todo el mundo poderoso,  del Norte-Sur,  del Este-Oeste.
Con ellos al mando de las riendas, nada temerán los infelices.  El resto de espectadores que cumpla la misión que se le asignó  cuando le leyeran la cartilla. 

1 comentario:

  1. Querida tía me gusta mucho como escribes. Gracias por enviarme el link.
    Un abrazo.

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