sábado, 27 de febrero de 2010

IMPOSTORES

Daba vueltas al asunto de moda, no especialmente ahora, pero sí hace unas cuantas temporadas, como es el supercalifragilístico Festival Eurovisión. Y llegaba a estos pensamientos míos que me traen de cráneo.
Conforme le doy vueltas, digo, se me pone la carne de gallina y los pelos de punta solo con suponer que de nuevo algún destalentado, y por consiguiente alguna destalentada, sea el que nos represente por 'ai', que está lejos, lejos, pero nada, a un tiro de piedra con enchufar la tele . Tocando al mar y a Eurasia, vamos.
La Euro es poderosa, eso no es ningún secreto para nadie. Y tiene enganche. En algún amplio sector causa zozobra política y paralización temporal de la actividad cotidiana. Es como un delirio. Tremendo.
Por ello, en cuanto remueven los aires de febrero-marzo, se desata el movimiento general de   familias.  De artistas, cantantes, autores, actores,  funambulistas, imitadores y sobre todos ellos, planeando con peligro, los impostores. Los que impostan más que importan. Los que se sienten seguros y dueños de la escena porque internet tejió la red invisible, pero tupida y densa,  viscosa, que los elevó a la altura de elegidos.
¡Ay, con el internet! ¡Atentos!
Claro que la razón también puede  vencer contra la impostura, menos mal. Y así debemos estar agradecidos
al menos a dos circunstancias, por lo menos dos, que han salvado con éxito la jugada televisiva, pre-eurovisiva, a saber:
La impecable actitud de doñaigartiburu, -le sobran tablas- y la sorprendente  "Algo Chiquititos", con  Diges.
El Cobra p'a otra vez será.  De momento, chitón los Impostores. En esta edición ¡que gane el mejor!

sábado, 20 de febrero de 2010

EL TRABAJO DIGNIFICA

Escucho con interés a un articulista que se extiende sobre el tema del trabajo. De los trabajos que surgirán como novedad de aquí a unos años, quizá menos de lo imaginado.
De seguir al ritmo que imprimen los acontecimientos, al género humano, sin distinciones por razón de edad o sexo, le aguardan unas ocupaciones que no tenía previstas. Es decir, que ni siquiera se contemplaban como alternativa de vida laboral para nadie. [Y continúa abundando en el  tema]
A poco que observemos, se nota y se siente cómo en la práctica ya todos SOMOS CUIDADORES.
Trabajamos, ergo producimos. Con empeño cuidamos.
Los hijos, de los padres.
Los padres, de los abuelos.
Éstos, ¡ya también!, de la última y fortalecida generación: los bisabuelos.
De este cuidado asignado, surge un inevitable reconocimiento por parte del Ente pagador, que no siempre dispone de recursos suficientes con que abonar.
Las más de las veces, de hecho, ocurre que todo el mundo trabaja por altruismo. Por la cara, en vulgar. Porque sí, en fatalismo. Por prever, esperando tiempos mejores, los esperanzados. Por aburrimiento,  sin que nadie se dé cuenta, los aburridos.
Pero trabajo hay. Y al echar las barreras que echará la seguraseguridadsocial, gozaremos de una sustanciosa paga de jubilación con que disfrutar antes de emprenderla cuidando de los tatarabuelos, se me había pasado por alto,  que sin  duda andarán gozando aún de  plenas facultades,  con su absoluto prestigio.
Una  conjuntada cadena admirable, sin reparos.

sábado, 13 de febrero de 2010

EL PROCESO (EL MÍO)





La cuestión es meramente práctica. Como  en casi todo, no hay secretos ni fórmula mágica.
Es, eso sí, armarse de valor y delantal. Tener bien a mano los ingredientes y ¡a atacar por el principio!
Lo mejor de todo es aplicar auténtica  textura de realismo a lo que te han dicho una y mil veces las experimentadas -casi siempre mujeres, es su propia parcela de reinado- rosquilleras, que a su vez dominan ya infinidad de recetas de culinaria. Te digo que se las saben todas.
Y te repiten, como pan comido, los pasos a seguir. Perfectamente sencillo, a saber: los 'güevos', dos mejor que uno, el azúcar, el aceite...Y ya en el colmo de la exactitud, la harina. Eso es. "¿Harina? ¿que cuánta?  La que admita". Aquí, aquí  radica la complejidad del tema. Es muy fácil decir la frase rotunda, 'la que admita'. Pero ¿hasta dónde la admisión'? Porque claro, si te quedas corta, es que se te apega. Si intentas darle largas, los dedos se hunden y se hacen un amasijo irremediable. En éstas que la masa empieza a ser una pastura ingobernable. Es  aquí donde cobra papel estelar el pinche, que va haciendo las correcciones y las probaturas adecuadas. Y atemperando los momentazos hasta  alcanzar el resultado apetecido. Naturalmente, ello no se da en un primer intento. Pero me consta que a la tercera intentativa estaré en condiciones de  situarme entre  el bando de las expertas , antes aludidas .
El resto de la faena es coser y cantar. A la foto me remito. Y se palpa la redondez imperfecta. Se desprenden sabor y aromas que tocan lo más íntimo del apetito. Las rosquillicas de la abuela.
Les faltaría hablar para decir comedme.
Basado en hechos reales,  nada de ficción , el capítulo adquiere otra consistencia, otra garantía de vitalidad.
Como muchos, muchos procesos.  Y no digo cuáles. No quiero confundir al personal.

jueves, 11 de febrero de 2010

EL DÍA DEL PALMO

Tal como se mueve el calendario, otra vez llega con nuevo brío el Jueves. El lardero, diferente a cualquiera de los otros cincuentayuno restantes.
El del palmo de longaniza. El de toda la vida hasta que se impuso la modernidad y con paso firme fue modificando la medida y el producto comestible.
Ahora son otros manjares que poner de merienda.
Otra foto fija, desaparecidos algunos escenarios míticos, por ejemplo 'Los Palacios'.
'Río Grío, río Grío,..."
Como te hubiera pillado algún Machado, qué sería de tu memoria.
Está el Jalón por media vega aún. Y a dos pasos en bici la hermosura de Cabañas, que mira por el oeste hacia el roble fuerte, acurrucado en los frutales, calentito y esbelto.
Y la fuente 'los clairos', arrogante de nombre, de boca cerrada a cal y canto apenas se asoma, tímida. 
El palmo será de tortilla con jamón. Gusanitos, fritos y chucherías regadas con batido y zumos. La chiquillería en una tarde limpia y feliz, sin malos aires secos que lavan el cerebro.
Extenderemos  desde el pulgar hasta el meñique para estar seguros de la medida exacta, con pan o sin longaniza, da lo mismo. pues del lardero a la boca, no se requiere puchero, pese a lo que dicen las antiguas, que tanta fe prestan a la cazuela y al guiso.
A preparar energías que no falta nada para el Carnaval y ése sí pisa con fuerza.  ¡Como que ya llama imperioso a la puerta!