domingo, 25 de abril de 2010

¿QUÉ FUE DE LOS CORREOS?

Hace tiempo me ronda un serio presentimiento sobre el paradero de los 'mails' que no llegan a su destino.
Como quien no quiere la cosa, da comienzo el ritual. Preparas  el mensaje y antes te haces un verdadero lío con los hotmailes, los yahoos, los gemailes, los terras, los wanodooses.  Pulsas a enviar siguiendo instrucciones y ¡a esperar!. Allá que te allá descubres que el correo se perdió. Vaya usted a saber por dónde y a qué se debió. Pero se perdió y punto.  [Punto com o punto es, que no es indiferente] Nunca más hubo noticia de aquél, la verdad.
Posibles lugares donde emprender la búsqueda:
El espacio sideral, algo lejos queda, francamente.
El segundo anillo de Saturno, hoy fuera de conexión.
La isla de Pascua. No responde.
El Interné...Tampoco está operativo.
Es decir, que  persiste una duda que a casi todos preocupa,  pero  es abordada  con excesiva ligereza, como si fuera asunto baladí, de jugueteo intranscendente. No y mil veces no. No me rindo.
Vuelvo a la carga con el  'objeto perdido'.  Consulto con los extraterrestres por si alguien, queriendo gastar una piadosa broma, ha abducido los mensajes volatilizándolos en la espesura de la vía láctea, de leche, sí.  Los pobres no tienen ni idea de qué pudo ocurrir. ¿Tal vez cierta multinacional en recesión de identidad se ha hecho cargo del delicado material, al menos hasta que remita claramente la crisis que nos hace polvo? Bien pudiera ser. Así, apenas las aguas se remansen, regrese el personal a sus ocupaciones, la iglesia encuentre serenidad y todo, todo  se normalice, volverán por sus fueros los mensajes, aunque sean subliminales. Aunque sean material de desecho. Pese a ser seria amenaza de virus, muy peligrosos. Aunque su destino no sea otro que 'eliminar' y a la papelera.
De momento, créanme, nos hallamos  ante un colosal misterio sin resolver. Otro de tantos. Segundo Milenio a cuestas.

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